Cuando tú naciste, sembré un árbol
tú creciste...también el árbol,
cada centimetro que crecía,
también tú lo hacías,
Cada día que pasaba...
De su tallo brotaron ramas
tú, palabras nuevas pronunciabas,
de sus ramas, hojas nacían,
aquel árbol florecía...
Después dio sus frutos...
Con sus espinas se defendía
tú, mi niña caminabas...
Tú, mi niña, ¡Como me amabas!
No tenías espinas,
tenías un corazón que te amaba,
el de tu madre que cuidaba,
si caías o tropezabas,
con mis brazos te levantaba...
Con mi apoyo, fuerza lograste,
así de mi vida te apoderaste,
Aquel árbol ... fui olvidando,
y... se fue marchitando,
sus hojas y espinas murieron...
Mis esperanzas terminaron,
mis hijos, mi corazón sangraron,
me apena de ellos, ¡Tal indiferencia!
Como pasó al árbol...
también me abandonaron...
No os culpo por tal situación,
es el tiempo y la vida,
que me llevan a la desesperación,
ello ha sido mi perdición..
El recuerdo está en mi mente
de los momentos de felicidad
por ello no hay ausencia,
de mis niños y su infancia,
de la belleza de su inocencia...
Dios, gracias por haberme dado
el regalo sagrado, como lo es,
el del hijo tan amado...
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